INTRODUCCIÓN
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica común de las vías respiratorias que afecta de 1% a 18% de la población en diferentes países y se caracteriza por síntomas variables como sibilancias, dificultad para respirar y opresión en el pecho con o sin tos y con limitación variable del flujo de aire espiratorio. Con frecuencia, estos síntomas interrumpen el sueño en pacientes adultos con asma, quienes tienen más probabilidades de experimentar una variedad de trastornos del sueño, como dificultad para conciliar el sueño, despertar nocturno, despertar temprano en la mañana, disminución de la calidad subjetiva del sueño y aumento de la somnolencia diurna.
El sueño tiene un papel importante en la promoción de la salud. La duración corta del sueño prevalece en todo el mundo y se asocia con un aumento significativo de resultados adversos importantes para la salud. Investigaciones epidemiológicas previas indicaron que la duración corta del sueño se asocia con un riesgo alto para todas las causas de mortalidad y morbilidad, como la diabetes mellitus tipo 2, la obesidad, la hipertensión y la cardiopatía coronaria en la población general. Además, la duración breve del sueño se asocia de manera potencial con ciertas enfermedades alérgicas, como el asma y el eccema.